30.8.05

Marco en el bondi

El otro día me estaba por bajar del bondi. Faltaba solo una parada. Era tarde. Como la una de la mañana. Mientras decidía si me paraba y llegaba a la puerta del fondo sobrado de tiempo, o si elegía demorar y llegar para tocar el timbre solo media cuadra antes de las esquina, y con ello obligar al violento rebaje y frenada, subió por la puerta delantera un botija de unos siete años. Flaquito, morocho y decidido. "Con el permiso del pasaje, voy a cantar una canción", anunció. "En un puerto...italiano...alpie dela montaña...vive nuestro amigo Marcossss...en una humilde morada...no tevayas mamá...no te alejes de mí...adiós mamá...pensaré mucho en tí", cantó. Su fraseo fue raro. Redundantemente triste. A la angustiosa letra de esa penosa historia que mirábamos hace 20 años, se sumó la cruel realidad de ser cantada por un niño hijo de la calle, quien quizás también perdió a su madre. Como Marco. Mis padres nos compraron ese disco de pasta y hasta hoy lo escucho, a veces. Solo pude poner una moneda en la palma de su mano. Mientras me bajaba del bondi, Marco cantaba en el medio del pasillo. "No te olvides mamá...que aquí tienes tu hogar...si no vuelves...pronto iré...a buscarte donde estés...no me importa donde vayas...te encontraré". Duele.